Los "indignados" están de moda, una moda
"retro" podría decirse, pues muchas de las consignas que se leen en
las calles y plazas de Madrid, Berlín o Nueva York tienen mucho de ese
socialismo utópico, anticapitalista y antisistema y que ya fracasó en la ex URSS
y sigue causando estragos en Cuba o Corea del Norte. Tampoco creo que
representen a todos los jóvenes, pues una minoría, por más bulliciosa que sea,
sigue siendo minoría, y en los lugares donde protestan se elige a gobiernos
bastante alejados de su extremismo.
Están en todo su derecho de salir a protestar por sus
ideales. Defiendo la libertad de pensamiento sobre todas las cosas y me encanta
su activismo, a pesar de no comulgar con sus propuestas, que suenan a las
proclamas comunistas vitoreadas por los camaradas en épocas donde muchos de los
ahora "indignados" aún no habían nacido. Lo curioso es que sus
referentes no predican en su vida privada los dogmas que inculcan a estos
jóvenes; por el contrario, gozan al máximo los placeres de una vida capitalista:
ellos son los indignados S.A.
Luego de la caída del Muro de Berlín, el fracaso económico,
la hambruna y el genocidio perpetrado por los regímenes omunistas se hicieron
públicos. Muchos de los conspicuos defensores del marxismo se reciclaron en
organismos internacionales, ocupando cargos muy bien pagados en la burocracia
internacional, o creando organizaciones no gubernamentales donde recibían
suculentos fondos destinados a la ayuda al Tercer Mundo.
Desde esas nuevas plataformas obtenían ingentes ingresos, que
les brindaban una calidad de vida muy capitalista y, al mismo tiempo,
continuaban su lucha ideológica en busca del poder. Un buen ejemplo de ello es
lo dicho por el ministro de Inmigración de Canadá, Jason Kenney, hace unos
pocos días: "Amnistía Internacional recoge casos selectivos para darse a
conocer sobre la base de una ideología. Este tipo de truco ayuda a explicar por
qué tantos respetados abogados en Derechos Humanos han abandonado Amnistía
Internacional".
Volviendo a los "indignados", uno de sus conspicuos
líderes intelectuales es Noam Chomsky, quien propone un fuerte impuesto a la
herencia. Pues bien, el "solidario" de Noam, a través de una compleja
red de sociedades fiduciarias, ha cedido los derechos de autor de su producción
intelectual a fideicomisos cuyos titulares son 2 de sus hijas; así queda a
salvo de pagar los elevados impuestos que tanto reclama para otros.
Pero no es el único caso: muchos rockstar o actores
hollywoodenses nos piden dejar el auto y usar la bicicleta en nombre del
planeta mientras consumen ingentes cantidades del sucio petróleo en sus vuelos
privados sin el más mínimo rubor. El propio Al Gore, que nos pide cambiar las
bombillas por otras ecofriendly, consume en su mansión más energía que el más
grande centro comercial.Indignados del mundo, ya saben: descabecen a sus
hipócritas líderes y defiendan realmente sus ideales; no se dejen engañar por
esa vida cómoda llena de hipocresía y falsa moral de los íconos progres.
Publicado: 08 de Noviembre del 2011. En "DiarioCorreo"
No hay comentarios:
Publicar un comentario