viernes, 9 de noviembre de 2012

Las trágicas consecuencias del caviarismo

 "Si descubriéramos que los extraterrestres estaban planeando atacar y necesitáramos una inversión masiva para contrarrestar la amenaza, la inflación y el déficit presupuestario serían un problema secundario y esta recesión podría terminar en 18 meses" Paul Krugman, keynesiano, tótem económico caviar y Premio Nobel.


E
n España ha llegado a su fin el gobierno más progre de los últimos tiempos. Zapatero, el ídolo de nuestros caviares locales, deja un país al borde del abismo. Veamos algo de su herencia : cinco millones de personas sin empleo, una prima de riesgo de más de 500 puntos, negocios quebrados, extremistas en las calles que no respetan la propiedad pública ni privada, revitalizados movimientos separatistas que reclaman su independencia de España, despilfarro en subvenciones mal direccionadas y, claro, suntuosos gastos en favor de sus altos cargos, artistas y organizaciones afines.

El régimen zapateril tuvo como máxima característica el discurso gaseoso, la palabrería y la improvisación, el énfasis en los derechos pero el olvido de los deberes; es decir, contiene todas las señas de una administración progre. Este grado de alta ineficiencia lo apreciamos nosotros ahora, lamentablemente, en la Municipalidad de Lima y en algunos ministerios. Volviendo al caso español, cuando la crisis ya asomaba en Europa, Zapatero la negó varias veces, continuó engordando la planilla estatal de sus militantes, creó nuevos ministerios y plazas para altos cargos, aumentó las subvenciones a los sindicatos y demás organizaciones afines, no importaba que se malgastara el dinero público, pues total para ellos el Estado debe gastar más para compensar el supuesto atesoramiento de los recursos por parte de unos pocos, el errado keynesianismo (que ya sufrimos en los 70 y 80) en estado puro (1).

Con el fin de reelegirse en el cargo, Zapatero también acusó a la derecha de inventarse la crisis, incluso cuestionó el carácter unitario del país que preside. Como siempre, para los caviares, el concepto de nación está por debajo de su agenda ideológica.

En el ámbito de la seguridad interna, el gobierno progre de Zapatero negoció con los terroristas de ETA, incluso llegó a prevenirlos de una operación policial para que no fueran capturados, y liberó a un asesino confeso que fugó con su novia como parte del acuerdo. Sin embargo, cuando su gobierno celebraba el primer alto al fuego de ETA, una bomba etarra colocada en el aeropuerto de Barajas acabó con la vida de varios civiles. El pacto del gobierno caviar con los terroristas saltó por los aires, pero, eso sí, los millonarios fondos destinados a revivir los fantasmas de la Guerra Civil, que enriquecían los bolsillos de las ONG de derechos humanos vinculadas al gobierno socialista, nunca se detuvieron.

El catastrófico rumbo de este régimen caviar debe servir como ejemplo de las nefastas consecuencias de sus políticas y los errores que no debemos repetir en el futuro.

(1) Frederic Bastiat, en su ensayo La parábola del cristal roto, de 1850, desnuda esta falacia de forma magistral.

Publicado: El 11 de diciembre del 2012. En la columna de Opinión del "Diario Correo"

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